ENCONTRAMOS QUE LA RUMBA NO ES RUMBA SI NO SE MEZCLA: UN CONSUMIDOR BUSCA EXPERIENCIAS COMPLEJAS Y EXTREMAS

Todo aquel que haya sufrido más de un guayabo en la vida sabe que es peor cuando se mezclan las bebidas. A pesar de esto, se sigue mezclando. Hemos descubierto que es que ya no es simplemente tomar aguardiente y cerveza al tiempo o hacer submarinos (meter el trago de aguardiente en la cerveza) o hacer marías (alternar sorbos de alcohol con chupadas a un cigarrillo sin parara e ir contándolos), sino que los ingredientes empiezan a variar más y los efectos son menos claros. Con el auge de las bebidas energizantes se amplió el espectro de posibilidades para mezclar. Una opción que se está popularizando rápidamente es unir Redbull (http://www.redbull.com/) con whisky, lo que da como resultado una bebida aparentemente similar a una gaseosa en cuyo sabor no se siente tanto el alcohol pero que altera el sistema nervioso en gran medida. Cuando se bebe más de la cuenta (menos de lo que uno pensaría), causa una borrachera extraña porque, por un lado, el whisky tiende a adormilar a las personas pero la cafeína y demás sustancias energizantes producen el efecto contrario, dejando como resultado una sensación de alegría acompañada por un “acelere” y un incremento en el nivel de atención a las cosas pero una disminución del tiempo durante el cual se presta dicha atención. Es como estar viendo las cosas por televisión, se ven todos los detalles aunque se siente como si uno no estuviera ahí.