LA IRREVERENCIA COMO ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN

Irreverente es aquello "contrario a la reverencia o al respeto debido". ¿A qué se le debe respeto? Aunque cada uno tenga una respuesta para ello, hemos encontrado que hay ciertos aspectos de la vida cuyos significados están siendo modificados o ampliados en el marco de estrategias de comunicación dirigidas especialmente a los jóvenes pero que también son bien recibidas por otros grupos objetivos. Observamos dos manifestaciones de esta tendencia:
- Publicidad (Imagología): La campaña "Las cosas como son" de Sprite (2006) es una muestra de cómo se puede utilizar de manera premeditada la irreverencia u 'honestidad brutal' para comunicarse con los consumidores jóvenes partiendo de la idea del anti-marketing: No venda, diga la verdad y genere confiaza antes de necesidades.

- Propaganda (Ideología): Atacar o descontextualizar íconos no sólo sirve para promover productos, también permite promover ideas. Muchos colectivos de arte modifican y resignifican imágenes o palabras de uso común aprovechándose de la recordación que generan pero dirigiendo su sentido hacia el mensaje que quieren transmitir (ver Marca Gato). De igual forma, intervenir espacios es otra manera de 'irrespetar' para expresar un pensamiento (ver Revista Mefisto )

La comunicación irreverente es una oportunidad, un vehículo que no es nuevo pero que si se emplea adecuadamente permite establecerse como una marca de vanguardia, siempre y cuando se construya una imagen que proyecte honestidad, valores y coherencia; ser irreverente no es ser irresponsable ni grosero, es simplemente ser auténtico.

¿LA VIDA ES UN RATICO?

Hace días se conoció la noticia de un joven que había quedado en estado de coma y posteriormente murió por consumir popper. Aunque el consumo de drogas no es un asunto nuevo, hemos encontrado dos tendencias actuales al respecto.

La primera tiene que ver con el auge de los ácidos y otros alucinógenos químicos o sintéticos. De un tiempo para acá se ha popularizado el uso de trip, pequeños papelitos impregnados de LSD que se ponen debajo de la lengua. Cada cartón cuesta entre $30.000 y $40.000 pesos y su uso desmedido produce lesiones severas en el sistema nervioso central a tal punto que la persona puede "no bajarse del viaje nunca" o sentir nuevamente los efectos de la droga días después de haberla consumido: "Tripearse es muy rico pero la loquera vuelve como a los dos días y uno se siente horrible", nos dijeron.

En contraste, encontramos también que se está popularizando la búsqueda de experiencias a partir de alucinógenos pero de origen natural. Así, el "cacao sabanero" - del cual se obtiene la escopolamina o burundanga (Ver video) - no sólo se utiliza con fines criminales sino que es consumido voluntariamente por las alucinaciones que causa. También existen algunos grupos que buscan plantas con sustancias psicotrópicas para ingerirlas directamente o preparar infusiones con ellas.

"Usted deja de sentir el cuerpo por un momento, igual se pasa rápido". Ese es el efecto del éter puro sustancia que se consigue por $20.000 pesos el frasco, y que se configura como una estación intermedia en ésta búsqueda de alucinógenos. Es llevada a cabo por quienes utilizan las propiedades químicas de elementos de uso cotidiano, tal como el bóxer o el mismo popper.

¿Qué significa esto que está ocurriendo? Las personas con las que hablamos, a pesar de pertenecer a distintos "ambientes" y de consumir por diversas razones y con distintas frecuencias, coinciden en que vale la pena por lo que se siente "ese ratico". Al parecer se está valorando más el placer inmediato que la salud en el futuro.